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Refugios callejeros

Daniela Rea

México D.F., mayo de 2022

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Se llama el parque de la amistad pero lo conocemos como el parque del dictador. Está a dos cuadras de casa. Muchos años estuvo abandonado y fue remodelado x la embajada de Azerbaiyán que puso en medio una estatua de su ex presidente, rodeado de flores hermosas como hortensias y rósales. Era un lugar hermoso. Pero los activistas de la memoria en la Ciudad de México se indignaron y le llamaron el parque del dictador en reclamo, a lo que la embajada retiró estatua y presupuesto. El parque perdió sus hermosos jardines florales y ahora es un espacio boscoso con árboles. También existe desde hace años una pequeña construcción que ha funcionado como cafetería, juguería, librería, sin mucho éxito. Negocios van y vienen, quiebran. Como el parque, este espacio también estuvo abandonado y se revitalizó cuando un chico comenzó a dar clases de danza aérea en ese lugar, aprovechando las altas columnas de la construcción. Naira las vio un día y quiso tomar clases ahí.

Este es nuestro parque. Desde hace 10 años que me mude a esta zona de la ciudad vamos ahí a hacer picnic, a pasear al perro, a veces cito ahí alguna entrevista, tomo una siesta, venimos también a las clases de danza aérea.

Con la pandemia y sin jardineros que mantuvieran, el parque se llenó de basura y de vagabundos. Veíamos sus camas de cartón, sus bolsas de plástico escondidas Junto a algún árbol, esquivábamos sus cacas, y los desechos de comida. Nosotras nunca dejamos de venir. Hace poco otro nuevo emprendedor retomó la construcción abandonada y remodela el espacio, creemos que pondrán otra cafetería. Le faltarán un par se meses de obra. Hemos visto a los albañiles arreglar, chapar, soldar.

Este lunes las niñas y yo fuimos, como todas las noches, a pasear a Agnes nuestra perrita. Comenzó a llover y ellas se resguardaron en la construcción a medio remodelar. Me acerqué y nos sentamos juntas a platicar bajo el techo en lo que paraba la lluvia. De pronto un chico salió de la parte trasera y nos saludó, vestía gabardina, con la oscuridad de la noche no alcancé a ver mas de su aspecto. Luego escuché la voz de otro chico, detrás de el. “Unos novios gays que vinieron a fajar” pensé. El segundo chico salió hacia la luz y nos saludó también. Y luego extendió su brazo y me ofreció un paraguas. Tenga, para que no se mojen. No como crees muchísima gracias, nosotras vivimos aquí cerca y llegando a casa nos bañamos. No, úselo, para que no se mojen, ni se vayan a enfermar. No, de verdad muchas gracias, tú duermes aquí? No te hará más falta a ti? No, yo ya no salgo, ya me quedo aquí bajo el techo. Guau, de verdad que amable eres, muchas gracias por ofrecernos tu sombrilla, miren niñas que buena onda, nos lo presta para volver a casa, denle las gracias. El chico sonríe, su compañero nos mira sin intervenir. Caray, cómo te llamas? Beto. Hola Beto mucho gusto, asi Que duermes aquí, mañana te devuelvo tu paraguas, te servirían unas cobijas? Si claro! Esas nunca faltan. Bien, mañana pasaremos a devolverte tu paraguas.
Avanzamos a casa y nos dimos cuenta que perdimos la pelota de la puerta, Beto nos grita de lejos, la encontró. Nos la entrega.

Volvemos a casa. Yo más contenta que de costumbre. Este lunes Había amanecido muy mal y sentí en mi cuerpo y corazón que estaba profundamente deprimida, sin ánimo de nada, oscura, con el alma hecha chapopote. Me he sentido aislada en esta ciudad, tan grande poblada y anónima. Me quiero ir de aquí. Insisto cada día en hacerla habitable, en inventar cosas para que las niñas y yo estemos bien. En encontrar lugares bonito, calle, pequeñas tiendas, placitas, refugios.

Podría reflexionar muchas cosas de lo que sucedió con Beto, de su agencia y su forma de hacerse presente como persona ante nosotras, más allá de continuar como sombra, vagabundo (aunque obviamente esto es algo que veo yo, no el de si mismo). De su ayuda, de como tiene su casa temporal en ese lugar. Pero creo que solo quiero quedarme con la bonita sorpresa de su ayuda. Suelo decirles a las niñas que ayuden siempre que puedan, que no lo piensen dos veces; poco del dejarse ayudar.

Llegamos a casa y preparamos unas cobijas para Beto. Al día siguiente mi compañero se la llevó junto con el paraguas, cuando salió con Agnes a su paseo matutino. Estos días no iré al parque porque trabajaré lejos de casa, me gustaría volver y encontrar a Beto.