Refugio vs casa

María Martínez

Madrid, 18 de septiembre de 2022

Este verano HBO ha puesto a disposición la serie de finales de los 90, Urgencias, que puso en el radar al ahora tan famoso George Clooney. Va una confesión vergonzosa: he visto la serie. Probablemente movida por la nostalgia y a pesar de que con los años se fue convirtiendo en casi telenovela repetitiva (la cantidad de males que les suceden a los personajes!), he visto no pocos capítulos. En uno de ellos, no recuerdo cuál, poco importa, una mujer con dos hijos menores acude al hospital. A través de su hija, un médico descubre que viven en el coche. El médico, junto a una asistenta social, interrogan a la madre con el fin de velar por el bienestar de los menores. La madre explica que están viviendo temporalmente en el coche porque se ha separado de su pareja, maltratador, y a pesar de tener un trabajo no puede aún pagar un piso. El médico le dice que pueden ayudarle, que no tiene que vivir en el coche. La madre responde que no puede ir a un refugio para personas sin hogar (shelter) porque son lugares violentos en los que sus hijos no están seguros. La trabajadora social interviene y le explica que ella le puede ofrecer una casa para mujeres maltratadas, no un refugio.

Es una anécdota tonta pero pone de nuevo en el radar la diferencia entre casa y refugio. En su momento, cuando trabajamos sobre las casas de migrantes de México y el movimiento de santuarios en USA, consultamos alguna literatura sobre la casa y el hogar. ¿Un refugio es siempre hostil? ¿No hay nada de hogareño —si entendemos esto como calidez de una casa— en un refugio? ¿Es más cálida una casa para mujeres maltratadas que un refugio para personas sin hogar o shelter?