En la dimensión analítica 2 del proyecto ViDes. Vidas descontadas, (des)cuidar, la palabra clave es el cuidado. Debería ser fácil su aproximación. Va de suyo en nuestro trabajo, refugio y cuidado parecen rimar. Hay también tanto dicho sobre cuidados que cómo no tener material para pensar el cuidado en los refugios o los cuidados que hacen refugios.

Precisamente esa abundante literatura sobre el cuidado y su situación de concepto en boga en el terreno de la política —nos estamos refiriendo a la política institucional, a las prácticas de gobiernos estatal, autonómico y local, y a la política no institucional, la de los feminismos— pueden, sin embargo, limitar su potencialidad analítica. ¿Nos sirve el concepto de cuidado para pensar los refugios donde se habita la desaparición social cuando todo cuidado ha de ser trabajo? ¿qué sucede cuándo el cuidado es horizontal, esto es, entre-cuidado? ¿nos es útil el cuidado para estas situaciones si se presta atención únicamente a su dimensión moral o emocional?¿qué ocurre cuando se convierte en un concepto estático y se pierde su carácter procesual y relacional? En definitiva, ¿nos sirve en ese caso el concepto? ¿Es posible el cuidado cuando lo que se ha de cuidar ni siquiera nos preocupa, no cuenta? ¿Puede el descuido paradójicamente cuidar?

Estas son algunos de los interrogantes que han ido surgiendo en los primeros acercamientos al concepto de cuidado y a situaciones, los refugios, en las que el cuidado parece que va de suyo. En una situación generalizada de desaparición social, quizás debamos dar alguna vuelta al cuidado, llevarlo a terrenos donde no se ha pensado que exista, tensionarlo con aquello que parece su contrario: el descuido, plantear las (im)posibilidades del cuidado antes del cuidado mismo, esto es, el cuidado de quien ni siquiera es tenido en cuenta.

En ese sentido, el acomodo que toma el cuidado en esta dimensión se presenta en un contexto tenso, alejado de los lugares y situaciones donde comúnmente se trabaja, incluso en contextos donde ni cuidado (ni otras categorías modernas) funcionan ya. En este contexto, deberemos afinar la mirada y quizás ya no atender a lo que se venía considerando cuidado, sino atender a los apaños que se articulan para la supervivencia, también a sus formas mínimas que pueden rastrearse no tanto a través del cuidado directamente, sino a través de las materialidades y objetos que (se) generan. Apaños y formas mínimas que permite seguir viviendo en ausencia de los mecanismos de protección que antes aseguraban la vida social.