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Mirdidingkingathi Juwarnda Sally Gabori

María Teresa Martín Palomo

Foundation Cartier (París), Agosto de 2022

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Del 3 de julio al 6 de noviembre de 2022, la Fondation Cartier presentó la primera exposición individual de la artista aborigen australiana Mirdidingkingathi Juwarnda Sally Gabori (1924-2015) fuera de su territorio. Ella había representado ya a Australia en la Bienal de Venecia en 2013. Esta artista comienza a pintar a sus 81 años unos cuadros llenos de colorido y un tanto abstractos. En ellos representa su tierra, Mirdidingki en Bentinik Island.

En 1948 un maremoto y un ciclón dejan su isla inhabitable. El pueblo Kaiadilt, al que Sally Gabori pertenece, debe irse a vivir a otra isla: Mornington Island. En ese momento viven alrededor de cien kaiadilt. Al acogerlos en la nueva isla, separan de sus progenitores a niños y niñas. Las criaturas perderán su lengua; cuando en 1986 puedan retornar a su tierra de origen los últimos integrantes de esta comunidad, son muy pocas personas ya las que conocen la lengua Kaiadilt. En 1982, cuando Nicolas Evan empieza a grabarles, quedaban más de cuarenta personas; en 2005, solo siete hablaban fluido el kaiadilt; el último hablante muere en 2015.

En 2005, Sally Gabori vive en una residencia hostal para personas mayores. Allí, con 81 años, empieza a pintar con entusiasmo, hasta el punto de que, desde 2005 hasta su muerte en 2015, llega a pintar más de 2.000 cuadros. En su pueblo no existía el arte en dos dimensiones. Sus lienzos son monumentales, en ellos solo hay color. Son mapas de su tierra, cartografías de los lugares queridos por la artista. Hablan de su nostalgia de su tierra natal, del dolor, del exilio: “esta es mi tierra, este es mi mar, esto es lo que yo soy” (notas de Cartier Web Foundation). Son grandes mosaicos enmarañados: islas, ríos, meandros, manglares o arrecifes de coral. Es un espacio inmaterial que mezcla pasado, presente y futuro.

Como su lengua van entrando en el olvido, ella ya no tiene con quien compartir su mundo: la pintura es su forma de contar, para que la memoria de su pueblo no se pierda para siempre.