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Mantas, refugios portátiles

Gabriel Gatti

Bilbao, Febrero de 2022

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Es pecado habitual de sociólogo, de psicólogo, de científico social en general la sobreinterpretación, aquello que aquellos llamaban interpretosis. Pero cuando vimos, María por su lado y yo por el mío, esta publicidad de UNICEF acudiendo a un término de peso para nosotros, el de abrigo, e invitando a la donación de dinero para comprar una manta no pudimos sino ponernos a pensar en cómo esa idea, la de refugio, la de amparo, había cambiado en los últimos años. O en cómo se interpretaba ahora, porque la verdad que tampoco tengo perspectiva clara como para saber cómo se interpretaba antes. Pero es cierto que si tuviese que reconstruir mi idea de cómo se pensaba el refugio hasta hace poco lo asociaría a lo que de hecho lo hacíamos cuando empezamos a redactar el proyecto ViDes: a un espacio recortado y a cargo de una institución con capacidad de proteger en donde unos sujetos considerados tales, quiero decir, considerados sujetos, eran contenidos y retenidos para evitar que fuera se les hiciese daño. El refugio era un espacio ubicable en algún lugar: un campo, una casa, en fin, un lugar. Cuando empezamos a redactar el proyecto, como sin quererlo, empezamos a pensar que el refugio era también un concepto y que podían ser refugios una palabra o una aspiración. Y ahí quedó.

Y empezó el campo y encontramos una paradoja poderosa: que los que hacen refugios, algunos, ven que la vieja forma de proteger, esa que se tramita a través de espacios cerrados, no es muy distinta de las viejas formas de sancionar, y que tanto una como otra crean sujetos incapaces de valerse sin protección. Pensado así no les quedaba otra que intentar hacer más que refugios sujetos con capacidad de cuidarse, de refugiarse, de vivir en la mierda, en su bucle, en su desastre, pero de vivir al fin. De sobrevivir. Dicho como lo he dicho suena neoliberal que te cagas que te mueres que te meas. O sea.

Y lo será. Este anuncio de UNICEF nos hizo pensar también en eso: el refugio es algo portátil, una protección que se suma al cuerpo de alguien que es por sí un sujeto desvalido. A él no se le podrá incorporar al nosotros salvífico de la vida plena. Dejarlo en campo o casa, en espacio cerrado, no vale: no es nada. Solo basura contenida. No saldrán de su bucle nunca. La única manera de hacer con ellos algo que valga, es ayudarles a que se cobijen solos para sobrevivir en su mundo en ruinas.

Que sean ellos su refugio.

Suena terrible. Muy poco moderno. Ni liberal siquiera. Antropoceno al palo.