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Entre el recuento y lo que no se sabe que no está

Por Ivana Belén Ruiz-Estramil

En la Comunidad Autónoma del País Vasco, cuatro veces al año coincidiendo con las distintas estaciones del año se realizan conteos nocturnos de personas que duermen en la calle. Las entidades que llevan a cabo el recuento desde las distintas provincias y ayuntamiento fijan coordinadamente la fecha más oportuna y con menos incidencia con el fin de que se pueda tomar como representativo el número que salga de tal labor de contabilización. Así, se establece como objetivo determinar el número de personas que pernoctan en la calle y con ello crear un mapa de las localizaciones más concurridas para pasar la noche.

El caso del recuento, en el que en la localidad de Bilbao se participó personalmente, resulta aquí de interés por el trabajo de búsqueda, conteo, registro y cartografía que los Estados desarrollan al interior de sus territorios. Hasta ahí nada fuera de lo normal, un censo al uso casa por casa tiene la misma función. Pero pronto aparecen algunos indicios que muestran particularidades de este objeto.

La primera tensión que se hace manifiesta tiene lugar entre un sujeto movible no sujetado a un hogar y una técnica pensada para crear “fotografías” de la población en un momento determinado. Una solución paliativa dentro de esta constante tensión se consigue por medio de esa periodicidad con la que se llevan a cabo y la variable climática que se introduce como posible factor de incidencia en el número de personas que duermen en la calle.

La segunda tensión, de más difícil solución proviene de los sujetos que se quedan fuera del conteo institucional, fuera del registro, en las sombras donde no se accede mediante el conteo. Estos sujetos aun existiendo el interés de su búsqueda no están registrados en el recuento final, no figurarán en el censo. No se sabe que no están.

La búsqueda, conteo, registro y cartografía se queda sin herramientas, sin posibilidades ante aquello que no sabe que no está. Materialmente no tiene forma de acercarse a ese hueco, es una zona oscura dentro de lo aprehensible desde lo institucional, discurre paralelamente, con intersecciones que no se plasman más que tangencialmente para volver a sus respectivas sendas.