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La narrativa y la búsqueda

Por Josebe Martínez

Una de las competencias de la escritura sobre la desaparición, más allá de la terapéutica, la denuncia o la testimonial, es la de la pesquisa e investigación. Resulta un buen ejercicio de análisis comprobar las estrategias compositivas, los objetivos éticos y los sentidos humanos del tipo de novela que aborda la búsqueda de secretos o crímenes de origen social.

La literatura en el contexto mencionado se articula como un método de búsqueda, de narración de la desaparición en tres líneas diferenciadas: por una parte, la narrativa, la ficción, o el lenguaje periodístico componen una forma de contar aquello que quizás el lenguaje del científico social no puede, donde este último encuentra dificultades, ofreciendo herramientas de abordaje de la desaparición a partir de la expresión de la experiencia, o de darle forma y nombre a cuestiones que habitan en lo onírico y lo irracional.

Por otra parte, hay un lugar obvio para la literatura: mostrar la experiencia que el dato oculta al mostrarse en una estadística, valga la paradoja. Es decir, la literatura se nutre de las vivencias que no quedan expuestas al escrutinio, pero, que sin embargo han formado parte como materia que concierne al hecho. Ellas tienen en la literatura un lugar de expansión. Fuente, además, de increíbles y verídicos relatos.

Y en tercer lugar, y de forma literal, la literatura puede ejercer un trabajo particular de búsqueda, de investigación. En cuanto a literatura como método, podemos visualizar un amplio campo, fructífero también, y eficaz, convertida en un laboratorio para descubrir y hallar. Y en este sentido cabria señalar algunas claves que la caracterizan, a las que aludimos en este breve bosquejo.

Habría que contemplar, para la conceptualización de la literatura como método de búsqueda, algunas pistas sobre las motivaciones de la narrativa en el intento de investigar un crimen social. Y las claves de sus estrategias narrativas. Teniendo en cuenta que el juego entre legalidad e ilegalidad es el baremo real en el que reside la condición criminal del objetivo que se denuncia y que el público lector entiende como marco de sentido.

Cierto es que hay escritos en los que se hace mayor referencia a crímenes de origen o implicación social mientras que en otros la búsqueda se establece en base a asesinatos o desapariciones ordinarias, pero las claves de escritura siguen siendo idénticas, aunque con menor proyección redentora en las primeras.

Respecto a esto último es importante, en cuanto a estrategia narrativa, el hecho de contar con un detective o héroe ficcional y una trama policial o de misterio, teniendo la investigación real y el documento verdadero como fuentes indiscutibles del argumento.

La trama es relevante en cuanto a dispositivo literario, pero en referencia a la connotación y repercusión social, lo que ha importado a lo largo de los tiempos es, concretamente, la proyección ejemplar del detective. Elemento que parte como modelo en del siglo XIX, en la Inglaterra victoriana, con la noción de sujeto individual que gana su salario haciendo el bien (Sherlock Holmes). Este simboliza el mundo burgués limpio y en búsqueda del bien asistido por la razón (contrario a toda pieza aristocrática que en sus novelas está siempre viciada o con enfermedades hereditarias incurables, y con una congénita inclinación al mal). Estos detectives se distribuyen entre los que siguen el paradigma oficial de los países en que se escriben, de héroes de una pieza afines al régimen y modélicos; o los más disentidores y complejos. La estructura del esquema novelístico sigue, sin embargo, siendo la misma: estado en orden-producción de desorden-intervención del detective-superación del desorden, restablecimiento del orden.

Así, la figura del detective que guarda en sí el peso social, es, a la vez, un recurso para la investigación, aunque no sea imprescindible para esta. Es una herramienta muy común en este tipo de literatura de búsqueda que surge casi de manera espontánea al concebir la resolución de un crimen.

En este clima de investigación o intromisión social, de conocedor, según veía Walter Benjamín al detective en la ciudad de las vanguardias, resulta interesante ver al autor detrás del relato, como investigador del mismo, como detective mismo. Y en dicho plano parece relevante la noción de “dejarse afectar” manejada en este proyecto en contextos de antropología o sociología, y que se podría considerar inevitable en este tipo de escritura donde la inmersión en la búsqueda proviene bien de un compromiso, bien de una curiosidad que, en la mayoría de los casos, sobrepasa a la persona; por ejemplo, el caso icónico de Truman Capote al que la escritura de A sangre fría, fundadora del llamado Nuevo periodismo americano, le implicó de forma terminante.

En el ámbito actual de la desaparición, la escritura trata de la búsqueda de la verdad de los hechos, del desentrañamiento de las circunstancias y la inclusión de las mismas en el complejo sociopolítico en que se produjo. Sirva de ejemplo, tomando como caso el feminicidio de Ciudad Juárez, la labor de la escritura en el contexto de desaparición, según muestra la mayoría de textos (literarios, periodísticos, fílmicos…) sobre el tema: Cosecha de mujeres de Diana Washington; Huesos en el desierto de Sergio González Rodríguez; El silencio la voz que a todas quiebra, Violencia sexista de Griselda Gutiérrez; A este lado del puente, de Isabel Vericat; Voces de mujeres, de Lilly Wolfensberger; Ciudad final, de Kama Gutier y tantos otros, así como las películas Performing the border, Señorita extraviada, La batalla de las cruces, Bajo Juárez… Performances, obras de teatro, poemas, comics… constituyen la sensibilización de un sector de la cultura, exponiendo públicamente la injusticia y la indefensión de grupos sociales desposeídos de derecho. Buscan esclarecer los hechos, y con ello interpelar al Estado. No castigan a los asesinos, esa es la labor del Estado, la cultura sólo lo interpela (como bien señala la académica nicaragüense Ileana Rodríguez).

Desde dónde se escribe, desde qué posición ideológica se aborda la búsqueda es absolutamente relevante en el objetivo del escrito: absolutamente concomitante de lo que se va a encontrar, y del cómo, el método; pero, sobre todo, de lo que se va a buscar. Este punto de partida es importante en cualquier otro nivel o campo de búsqueda (científico, forense) pero, en la escritura, la subjetividad es una parte consustancial a la creación: desde qué nociones ideológicas, dispositivos sociales, oficiales, contraoficiales trata la escritura de contribuir a la búsqueda y esclarecimiento de los hechos.

“El esclarecimiento de los hechos” es un sintagma que pertenece a nociones jurídicas y policiales, dos lenguajes ajenos a la escritura pero no a la ideología, a pesar de su condición de asepsia técnica y pacto de objetividad que se le presupone y con el que colabora la no intervención del “yo” autorial creativo que genera el mundo de la narrativa.

El periodismo en el mundo de la búsqueda, y me refiero a casos señeros como México o Colombia, es un lenguaje de la proximidad, de la inmediatez, que se nutre de los mencionados anteriormente: entra en el campo de lo policial y lo jurídico, pero se basa en técnicas narrativas en los que la autoría no está ausente. Y en las que la ideología diría que está muy presente al tratarse de aproximaciones a los hechos de primera mano y cercanas en tiempo y espacio a la noticia. Su estudio merece un estudio detallado porque es parte integrante del proceso factual de la búsqueda, y no participa del aparato ficcional que teje la narrativa.