Esta actividad pretende presentar algunas reflexiones en torno a la teoría de los movimientos sociales y la acción colectiva, a la luz de dos casos históricos radicados en la Argentina del siglo XX, el movimiento estudiantil y el feminista. Cada uno, claro, son su historia particular.
El activismo político de los jóvenes es un dato casi insoslayable de los años sesenta, denominado incluso como uno “universal”, es decir, común tanto a países centrales como periféricos, de continentes tan diversos como América Latina, África y Asia. Casi una década antes de lo que suele reseñarse, el año 1958, fue uno cargado de protestas universitarias en Argentina, Uruguay y Cuba, donde sus jóvenes estudiantes tuvieron, entre 1956 y 1959 un lugar clave en el derrocamiento del régimen de Fulgencio Batista. Más conocidos son los estallidos universitarios de los años 1968 en México, Uruguay, Colombia, Brasil, Italia, Alemania Occidental y Francia, las de 1969 en Argentina o 1971 en Colombia. Tal enumeración no expresa más que una heterogeneidad de causas, de despliegues de acciones y desenlaces muy distintos, realmente sangriento para el caso de México o expansivo mundialmente como resultó el “mayo francés”. Algo muy parecido podemos decir hoy respecto de los movimientos feministas y de mujeres en casi todo el mundo occidental. Importantes movilizaciones y acciones han marcado las calles de Argentina, México, Brasil, Estados Unidos, España o Chile. Su masividad es tan insoslayable como su impacto en las agendas políticas, académicas y mediáticas.
Ahora bien, algunas preguntas se mantienen ¿Cuáles son las variables para abordar la emergencia y constitución de un movimiento social argentino, latinoamericano y/o internacional? ¿Un movimiento social es resultado de qué procesos o fenómenos conjuntos? ¿Cuánto alcanzan a explicar el contexto político? Como sabemos, encontramos importantes trabajos que remiten dicha explicación, por ejemplo, al contexto nacional, social e histórico (la oportunidad); otros, han enfocado aquella pregunta considerando la importancia de una identidad y marcos culturales compartidos, que precede, supone y explica una acción colectiva. Por otra parte, cabe una reflexión sobre las particularidades del movimiento estudiantil en aquellas décadas del siglo XX en contraposición y/o relación con el surgimiento de “nuevos” movimientos sociales hacia finales de ese siglo y en los inicios del siglo XXI: ¿Pueden explicarse de la misma forma si corresponden a etapas históricas distintas? Qué puede contribuir a su compresión y qué no de teorías ubicadas en otro contexto geográfico y temporal?
Nayla Pis Diez es argentina. Licenciada en Sociología y Doctora en Ciencias Sociales por la Universidad Nacional de La Plata. Especialista en Estudios Latinoamericanos por la Universidad Federal de Juiz de Fora (MG-Brasil). Docente y becaria postdoctoral del CONICET con sede laboral en el Centro de Investigaciones Socio Históricas/Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales de la UNLP (Argentina).